En 2024, el término “sostenibilidad” es casi omnipresente, tanto en el discurso político como en el empresarial. Pero la palabra ha perdido parte de su significado original, especialmente cuando vemos a celebridades como Taylor Swift y Elon Musk proclamarse adalides de la sostenibilidad, mientras sus prácticas demuestran lo contrario. Swift, por ejemplo, ha sido criticada por el uso de jets privados que contradicen su supuesto compromiso con el medioambiente. Musk, por su parte, ha construido imperios enteros —como Tesla— sobre la promesa de un futuro verde, pero ha generado controversia con el impacto ambiental de la minería de litio y otros recursos necesarios para sus vehículos eléctricos. Estos ejemplos ponen en relieve la desconexión entre las intenciones declaradas y las acciones reales en el ámbito de la sostenibilidad.
En un mundo donde el concepto de sostenibilidad empresarial ha sido enarbolado hasta la extenuación, las PYMES enfrentan desafíos mucho más concretos, pero también más transparentes. Las pequeñas y medianas empresas, especialmente en países como El Salvador, no tienen el lujo de hacer promesas vacías en el frente medioambiental. A medida que las exigencias regulatorias y sociales se intensifican, las PYMES deben encontrar formas viables de ser sostenibles, y la tecnología se ha convertido en una pieza clave de esta ecuación.
La adopción de prácticas sostenibles no es una opción, sino una necesidad para las PYMES en la actualidad. Los consumidores exigen productos y servicios que no solo sean buenos para ellos, sino también para el planeta. A nivel global, el auge de los compradores conscientes ha transformado las expectativas de las empresas, empujando a las PYMES a adaptarse o quedarse atrás. En El Salvador, esto se ha traducido en una serie de reformas y cambios obligatorios, como la implementación de la facturación electrónica, que, si bien es un paso hacia la digitalización, también tiene un impacto positivo en la sostenibilidad.
La facturación electrónica, en particular, ha reducido el uso de papel, simplificando los procesos administrativos y eliminando toneladas de desperdicios que antes eran una realidad diaria para muchas empresas. Este tipo de cambio, aunque a menudo motivado por razones económicas y regulatorias, también presenta beneficios ambientales tangibles. En 2024, la digitalización no es solo una cuestión de eficiencia; es una estrategia de supervivencia en un mercado cada vez más volcado hacia prácticas sostenibles.
Sin embargo, la sostenibilidad empresarial no siempre es tan simple como adoptar una nueva tecnología o cumplir con las normativas. Aquí es donde las contradicciones se vuelven evidentes. Las grandes figuras que predican la sostenibilidad, como Elon Musk o Taylor Swift, a menudo se ven atrapadas en dilemas que, a menor escala, también afectan a las PYMES. Tomemos a Musk: su empresa SpaceX aspira a conquistar Marte, pero su impacto ambiental en la Tierra es enorme. ¿Es realmente sostenible construir una infraestructura espacial cuando los recursos naturales que se consumen para esos cohetes podrían destinarse a mitigar el cambio climático?
Este tipo de disonancia cognitiva también aparece en el ámbito de las PYMES. La adopción de tecnología digital, como la facturación electrónica o la optimización de procesos mediante inteligencia artificial, puede reducir la huella de carbono de una empresa. Pero ¿qué pasa con los residuos electrónicos generados por el uso intensivo de tecnología, o el impacto ambiental de las fábricas que producen los dispositivos necesarios para la digitalización? Estas contradicciones son inevitables en el complejo entramado de la sostenibilidad moderna.
A pesar de estos dilemas, las PYMES en El Salvador están encontrando formas de innovar en el ámbito de la sostenibilidad. En lugar de enfocarse en proyectos grandiosos o publicitarios, como una nueva colonia en Marte, estas empresas están adoptando enfoques prácticos y efectivos. La eficiencia energética es un gran ejemplo. Con el aumento en los costos de energía y las presiones ambientales, muchas PYMES están invirtiendo en energías renovables a pequeña escala, como la instalación de paneles solares o la mejora de la eficiencia en sus sistemas eléctricos.
Otra área de innovación es la gestión de residuos. Algunas PYMES han comenzado a implementar prácticas de economía circular, reutilizando materiales y reduciendo su dependencia de recursos vírgenes. Estos esfuerzos no solo contribuyen a una mejor sostenibilidad, sino que también permiten a las empresas reducir costos y mejorar su rentabilidad.
La sostenibilidad no es una tendencia pasajera, sino una estrategia empresarial a largo plazo. Las PYMES que incorporan la sostenibilidad en su ADN están mejor posicionadas para resistir las presiones del mercado y atraer a un grupo de consumidores cada vez más comprometidos con la causa medioambiental. Pero es crucial que esta sostenibilidad sea auténtica y no simplemente una herramienta geomarketing.
Tomemos el caso de Tesla nuevamente. Aunque la empresa ha hecho grandes avances en el ámbito de los vehículos eléctricos, sigue enfrentándose a críticas por su impacto ambiental y social. La lección para las PYMES es clara: la sostenibilidad no se trata solo de tener un producto verde, sino de considerar el impacto de toda la cadena de suministro, desde la producción hasta el consumo y el reciclaje.
En 2024, las PYMES en El Salvador no pueden permitirse caer en las trampas de la sostenibilidad superficial que a menudo vemos en las celebridades y las grandes empresas. La adopción de tecnología, como la facturación electrónica, es un paso en la dirección correcta, pero la verdadera sostenibilidad va más allá de las tendencias digitales. Requiere un enfoque holístico, que considere tanto el impacto económico como el medioambiental.
El camino hacia la sostenibilidad empresarial está lleno de contradicciones y desafíos, pero también está repleto de oportunidades. Las PYMES que logren equilibrar sus objetivos empresariales con un compromiso auténtico hacia el medio ambiente estarán mejor equipadas para enfrentar los retos del futuro, sin caer en las trampas de las promesas vacías que, a menudo, vemos en los titulares.
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